La edad de la calma |
No corras por mis venas que puedes mancharte,
de la escoria que mis pasos han recogido,
nocturnos, alevosos, sin rumbo fijo.
Brinca tan alto hasta que me alcances,
cuando yo ya me haya ido,
más alto que la luna.
Sin premura.
Consentido.
Gloria, gloria al hijo.
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