lunes, 15 de febrero de 2010

A Cristo crucificado

A muchos se les ha atribuido este soneto hispano e incluso los benedictinos aseguran saber quién es el autor original. Lo cierto es que nadie sabe con exactitud quién lo escribió, pero sí que es sin lugar a duda uno de los sonetos de amor cristiano con más fuerza y entrega que se han escrito.

No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.

No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.

4 comentarios:

  1. muy buen blog el que tienes aqui aun con pocas entradas se agradece que dejes un poco de cultura en este mundo donde todo se esta viniendo abajo

    ResponderEliminar
  2. Es para encontrar a Superman, quizá él nos pueda proteger de los villanos de esta historia :)

    ResponderEliminar
  3. Sabes que he estado pensando —o desvariando, ¡no sé!— en que quizá cada uno de nosotros tiene un Superman (o Superwoman, según el caso) anyway... el punto es que cada uno de nosotros puede asumir el rol de héroe o de villano así que ¿por qué no empezarlo a buscar dentro de cada uno de nosotros mismos?.

    Me sigue pareciendo genial tu blog... tiene la peculiaridad de sumirme en introspectiva por horas enteras.

    ResponderEliminar
  4. Supongo que todos tenemos un héroe dentro, aunque en la mayoría de los casos es más fácil encontrar al villano que al super héroe, digo ¿cuántas veces no saboteamos nosotros mismos nuestra propia felicidad y/o salud?
    Sin duda sí costaría algo de trabajo encontrar el héroe, pero valdría la pena.

    Gracias por hacerme saber lo que te hace sentir este blog.
    Un beso!

    ResponderEliminar