Me encanta la juventud inmoral,
sus labios suaves manchados de palabras grotescas,
mordidos de ansiedad y lujuria,
entre mezclados de miel y alcohol.
Me gusta su piel tan suave y frágil,
deseosa de ser tocada y corrompida,
aromatizada de ansiedad y ternura.
Soy esclavo de su libido precoz,
que trastorna mis impulsos,
y me convierte igualmente en inmoral.
Depende de quién creas que soy. Pero no, Superman no soy yo...
ResponderEliminarpero tambien me puedes salvar, o no mides mas de 1.80 y usas botas aunque no sean rojas???
ResponderEliminarCaliente, caliente... (no tú, las pistas sobre la identidad)
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